Camina erguida por una calle casi vacía
los adolescentes la miran
(ya no es una chica)
Ellos, sus ansias,
sus camisas afuera del pantalón
Quieren burlarse de las normas,
de sus pares,
de quienes todavía los acunan
Lo mal que fuman
lo tanto que gritan
ostentan su juventud
Ella desea fumar bajo el sol,
cerrar los ojos
ser uno de ellos,
olvidarse de todo
volver a ese vacío,
a ese ayer de mediodías
sanguches en la vereda,
cocas de lata,
risas.
Pero se sube al auto sin fumar
y se siente responsable, aburrida
Añora el acné.
http://es.wix.com/website-template/view/html/689?originUrl=http%3A%2F%2Fes.wix.com%2Fwebsite%2Ftemplates%2Fhtml%2Fall%2F6&bookName=create-master-current-241213&galleryDocIndex=3&category=all
Wednesday, December 01, 2010
Monday, November 22, 2010
Antes le temía a la muerte. Creo que mi madre me influenciaba bastante, me transmitía sus miedos.
Crecí, mi madre se fue, y todo cambió. Considero –cabalmente – a la muerte como parte de la vida. Ahora les temo muchísimo más a las enfermedades y a los dolores intensos, tanto físicos como espirituales.
Quisiera ahorrarles mi muerte a mis hijas y a mi marido, pero elijo una y mil veces ser la primera en irme. La muerte es dolorosa para los vivos, en relación a la vida, pero en sí misma la imagino tan indolora como mágica.
Cambiar de estado, de espacio, de envase. Cambiar, no vivir, o vivir diferente, quién sabe. Tal vez saludar a quienes supimos llorar, tal vez ver caras casi olvidadas que no nos provoquen mayor gusto. Quizás se trate de descansar, de dejarse llevar…
El placer de ser alma, espíritu, nube, cielo, tierra por qué no…
Fantaseo con lo incorpóreo, lo intangible, lo etéreo. Todas las imágenes me resultan bonitas, aunque por ahora prefiero no comprobarlas ni saber cuán en lo cierto estoy o no estoy. Porque es aquí donde sí estoy, donde vivo, donde duermo, donde amo y escribo. Aquí, hoy, ahora. Rezo, cuento, espero, juego, enumero, me repito.
Y en mis hijas también soy, tan chiquitas y acariciables, perfectas compañeras, dependientes, risueñas.
Y Diego, el mate, la casa, y el sabor a vida. Sea como sea – todo, la muerte y el después – esto, todo esto, no quisiera abandonarlo por nada del mundo entero.
Afuera, no muy lejos, es tiempo de llorar. Por dentro el viento, y algunas nubes, y ventanas en las que se posan las palomas.
Lo interno no se opone a lo externo, hablan mis dos personas, contestan cosas diferentes, sobre asuntos por los que nadie les pregunta. Ansían comprensión, se rigen por el romanticismo, necesitan comer y comprarse libros. Son mías, son yo.
Gusto a mate en la boca que poco besa. Marcas en una cara que se muestra libre, blanca, entre miles de pelos marrones largos y despeinados.
Invito al miedo a salir. Él prefiere el día, cree que allí todo puede verse. Yo busco la noche, los sueños, la inspiración, el misterio. Una de ellas, una de mí, vestida con ropa vieja, se ríe de la otra que llora por todo lo que no puede hacer ni comprar.
Si me preguntan – cosa que hacen a menudo – yo les digo que las dos tienen toda la razón. Una se queja de que eso es imposible. La otra aprovecha y lee.
Lo interno no se opone a lo externo, hablan mis dos personas, contestan cosas diferentes, sobre asuntos por los que nadie les pregunta. Ansían comprensión, se rigen por el romanticismo, necesitan comer y comprarse libros. Son mías, son yo.
Gusto a mate en la boca que poco besa. Marcas en una cara que se muestra libre, blanca, entre miles de pelos marrones largos y despeinados.
Invito al miedo a salir. Él prefiere el día, cree que allí todo puede verse. Yo busco la noche, los sueños, la inspiración, el misterio. Una de ellas, una de mí, vestida con ropa vieja, se ríe de la otra que llora por todo lo que no puede hacer ni comprar.
Si me preguntan – cosa que hacen a menudo – yo les digo que las dos tienen toda la razón. Una se queja de que eso es imposible. La otra aprovecha y lee.
Thursday, November 18, 2010
Garrapiñada de dudosa procedencia y antigüedad. El que la vende tiene el pelo blanco y pocos dientes. Su aliento también es sospechoso. Pero estoy antojado, ese aroma me seduce desde siempre. Compro y devoro, soy un tipo valiente. Llego a casa y cuando voy a lavarme los dientes advierto que me faltan cuatro. Me río.
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Peli con pochoclo, mi placer. Hago ruidos molestos, lo sé. Provoco a conciencia las puteadas del tipo de atrás. En la última escena, la del beso, se me sale un pedo. Pese a que me disculpo, el tipo se me tira encima, enardecido. Me pega hasta dejarme tirado sobre mis pochoclos manchados de sangre.
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Hay momentos del mes en los que tengo panza. Este es uno. Decido andar con un cartel explicativo colgado de mi pecho, el mismo dice “Es hormonal. Juro que es hormonal”. Pero la gente me ignora, cada uno se preocupa por su panza.
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Peli con pochoclo, mi placer. Hago ruidos molestos, lo sé. Provoco a conciencia las puteadas del tipo de atrás. En la última escena, la del beso, se me sale un pedo. Pese a que me disculpo, el tipo se me tira encima, enardecido. Me pega hasta dejarme tirado sobre mis pochoclos manchados de sangre.
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Hay momentos del mes en los que tengo panza. Este es uno. Decido andar con un cartel explicativo colgado de mi pecho, el mismo dice “Es hormonal. Juro que es hormonal”. Pero la gente me ignora, cada uno se preocupa por su panza.
Wednesday, November 17, 2010
corren como nubes
debajo de pájaros
pisando tierrita
son la incredulidad
el sol
lo curioso
los ojos también se apuran
comen y beben
cruzan
llegan
tocan
fueron pensadas mejores
más felices
sueltas
criadas en la medida infinita de la libertad
yo soy el pecho y el hombro
y corro los pelos y nos apretamos
dentro de la cartera de papeles y caramelos
los estallidos del fin del día
pero también la serenidad
ya basta
(súplicas)
ya no
nos despedimos del cielo
nadie adivinaría que mi color existió
esta mañana
en ellas
en sus ojos indecibles
en secreto
debajo de pájaros
pisando tierrita
son la incredulidad
el sol
lo curioso
los ojos también se apuran
comen y beben
cruzan
llegan
tocan
fueron pensadas mejores
más felices
sueltas
criadas en la medida infinita de la libertad
yo soy el pecho y el hombro
y corro los pelos y nos apretamos
dentro de la cartera de papeles y caramelos
los estallidos del fin del día
pero también la serenidad
ya basta
(súplicas)
ya no
nos despedimos del cielo
nadie adivinaría que mi color existió
esta mañana
en ellas
en sus ojos indecibles
en secreto
Tres de la tarde. Vista al cielo celeste que lastima la vista y alegra otras muchas partes por lo abierto, por lo inmenso. Supongo que en algún momento habrá que podar aquel árbol que nace en la vereda y se asoma por detrás del techo. Crece, alto, verde. Hay misiones que aunque sé que no lo son, las creo imposibles. Treparse hasta allí sería una, hacer mucha fuerza otra, romper maderas, construir casas… Uff…
Durante mucho tiempo también creí difícil volver a confiar en Dios, o separarme de algunos novios y vínculos intensos, o terminar un cuento emocionada y satisfecha. Alguna vez también creí imposible dejar de ver a algunas personas tan queridas. Tanto de lo imposible es hoy mi presente. Tanto presente era ayer lo imposible. Casilleros más, realidades menos, la vida en constante mutación, y las palabras risueñas, inocentes, naturales.
Siempre me sentí capaz de criar hijos y libros, desde niña. No disfruto no ser la hija de nadie, ser y sentirme paria, una perdida solitaria y triste en un mundo demasiado desquiciado como para andar si carpa ni sombrero ni papás, pero hay cosas que nos tocan. No creo que seamos responsables de todo, creo en el destino, en el azar, en la virgen y en algunos muertos, pero en lo que más creo es en mí.
Alguna vez me gustó provocar al mundo con frases del tipo de “el suicidio es un acto de cobardía”. Creo que somos nosotros quienes nos vamos generando las limitaciones. No comprendo por qué hay cosas que no se hablan, o por qué no siempre podemos decir lo que pensamos si a veces, queriendo complacer, herimos y queriendo herir, halagamos. Creo que no somos los mismos jamás, que cada circunstancia y compañía nos modifica hasta el tono de voz y nos lleva a comportarnos de maneras que hasta hacía un segundo nos eran completamente ajenas, impensadas. Más de una vez me pregunté si es posible que las particularidades de nuestra personalidad tengan vida propia, generando que a veces nos convenga tenerlas y a veces sea lo peor que nos puede pasar.
La comparación/metáfora con el camaleón siempre es afortunada. Los animales han sido, son y serán bien generosos con su aporte a la comunicación del hombre. Hoy me siento… ¿leona?. No, sapo.
Durante mucho tiempo también creí difícil volver a confiar en Dios, o separarme de algunos novios y vínculos intensos, o terminar un cuento emocionada y satisfecha. Alguna vez también creí imposible dejar de ver a algunas personas tan queridas. Tanto de lo imposible es hoy mi presente. Tanto presente era ayer lo imposible. Casilleros más, realidades menos, la vida en constante mutación, y las palabras risueñas, inocentes, naturales.
Siempre me sentí capaz de criar hijos y libros, desde niña. No disfruto no ser la hija de nadie, ser y sentirme paria, una perdida solitaria y triste en un mundo demasiado desquiciado como para andar si carpa ni sombrero ni papás, pero hay cosas que nos tocan. No creo que seamos responsables de todo, creo en el destino, en el azar, en la virgen y en algunos muertos, pero en lo que más creo es en mí.
Alguna vez me gustó provocar al mundo con frases del tipo de “el suicidio es un acto de cobardía”. Creo que somos nosotros quienes nos vamos generando las limitaciones. No comprendo por qué hay cosas que no se hablan, o por qué no siempre podemos decir lo que pensamos si a veces, queriendo complacer, herimos y queriendo herir, halagamos. Creo que no somos los mismos jamás, que cada circunstancia y compañía nos modifica hasta el tono de voz y nos lleva a comportarnos de maneras que hasta hacía un segundo nos eran completamente ajenas, impensadas. Más de una vez me pregunté si es posible que las particularidades de nuestra personalidad tengan vida propia, generando que a veces nos convenga tenerlas y a veces sea lo peor que nos puede pasar.
La comparación/metáfora con el camaleón siempre es afortunada. Los animales han sido, son y serán bien generosos con su aporte a la comunicación del hombre. Hoy me siento… ¿leona?. No, sapo.
Thursday, September 30, 2010
abrir un juego-propuesta
de lenguaje distintivo
muchas voces- palabras
y los acuerdos.
enjambre incomprensible que
hacemos a diario con mates y cenas
con la vida en común
con pasto y enamorada
anclar una poesía en un libro-cerebro
llegar a una hora decente a desnudarnos
gritar
para vos atardeceres que contemplo en alto
para vos esos cielos a colores
llamar a las horas por sus nombres
para que se conviertan en mis amigas
y me inviten a lugares
después existe, es de verdad
a la noche puede no haber sueños
son otros los raptos de este delirio
escuchar la voz de tu mirada
que tus manos acaparen lo común
lo nuestro
lo distintivo
olvidar
no temer
no lastimar
ganar
proponernos
de lenguaje distintivo
muchas voces- palabras
y los acuerdos.
enjambre incomprensible que
hacemos a diario con mates y cenas
con la vida en común
con pasto y enamorada
anclar una poesía en un libro-cerebro
llegar a una hora decente a desnudarnos
gritar
para vos atardeceres que contemplo en alto
para vos esos cielos a colores
llamar a las horas por sus nombres
para que se conviertan en mis amigas
y me inviten a lugares
después existe, es de verdad
a la noche puede no haber sueños
son otros los raptos de este delirio
escuchar la voz de tu mirada
que tus manos acaparen lo común
lo nuestro
lo distintivo
olvidar
no temer
no lastimar
ganar
proponernos
Thursday, August 19, 2010
Quiero ser tu amigo, y darte un abrazo de esos que algunos locos llaman “sinceros”, y quiero quererte mucho, o ir queriéndote de a poco, o las dos cosas. Quiero que me visites seguido y que no me sienta en la obligación de que todo esté impecable. Tengo cierta conducta obsesiva con el orden y la limpieza, así que una vista gorda de tu parte dirigida a los rincones más ambicionados por el polvo, me sería más que útil. Quiero prestarte libros que me gustaron, y los discos que no sé “bajar” ni “copiar”, pero por vos voy a hacer el esfuerzo de aprender eso, de meterme en el mundo de la tecnología. Otra cosa que te prometo es la de aprenderme todos los nuevos caminos que hagan falta, aunque tenga que agarrar Panamericana para llegar a destino. Algunas veces quiero poder darte besos pero no muchos, porque ya somos grandes y hay tantos pudores que… Besos al paso, en la mejilla, o no, dejá, eso no, mejor volvamos a los abrazos pero ésta vez usemos la palabra “sentidos”, ¿te parece?. Es linda: “abrazos sentidos”, sí, sin dudas suena bien.
Quiero ser tu amiga y cantarte y que vos pongas cara de “qué bien que cantás, carajo” y que nos riamos por eso y por el vino y por lo que pinte en ese momento que como tal, será único y feliz, como casi todos los instantes que se pasan con amigos. Y con vino. Quiero que vivamos muchas cosas juntas, juntos, cosas que después contemos con datos cambiados, un poco por el tema del olvido, la presbicia y la memoria, y los siempre interesantes juegos de palabras, claro, y otro poco por hacer valer esos detalles que sólo nosotros vamos a conocer. Abrazos fuertes o mejor, feroces; sí, abrazos feroces y después a rugir:¡Ruarrr!. Quiero que si no fuimos amigos en la infancia lo aprovechemos y nos relatemos anécdotas en las que intervengan tantas personas que ya no vemos. Quiero que nos soportemos, y que a veces hasta seamos casi totalmente tolerantes el uno con el otro. “Abrazos de medianoche”, es estúpido pero no suena mal…
Quiero ser tu amigo, quiero ser un poco tuyo, y que vos seas un poco mía, aún sabiendo lo de las prioridades y los hijos y toda esta milonga de realidad que nos abarca al punto de hacernos casi olvidar lo importante que es tener y hacerse amigos. Nuevos amigos, amigos a estrenar, amigos que no importa si se quedan, amigos del instante temporario y eterno al mismo tiempo. Amigos como vos, como yo. Amigos de los treinti-cuarenti. Porque digamos la verdad: va a llegar el día en que barramos la vereda a las ocho de la mañana, o tejamos bufandas, o tomemos tecitos de hierbas, o nos pintemos los labios, o tengamos nietos y por fin entendamos a nuestras suegras… Porque un día las cosas pasan, y todo lo que hoy nos ocupa y nos altera, mañana andá a saber qué nos produce, si es que todavía sigue formando parte de nosotros… Cambiaremos juntos, supongo, y seremos lo más felices que podamos en cada etapa… Yo quisiera tener una amiga como vos cuando tenga un par de años más, porque también me hubiera gustado tenerte cerca a los nueve, cuando me regalaron la bici y me hice mierda la rodilla porque se me ocurrió que la bajada de ese garage me iba a dar una bienvenida como la gente, como la que yo le daría a una nena de boca enorme y risa fácil si fuera un garage. Pero si hay algo que no soy es un garage, pero eso no quita que pueda ser una buena amiga, ojo, o un buen amigo, oreja… Además lo que pasó es parte de otra vida casi, de otro ámbito, de otro momento, y a mí lo que me importa es que hoy quiero que seas mi amigo, y te lo pido así, de ésta manera sencilla, sin usar palabras del tipo de “equidistante” o “irrestricto”. Porque con vos no quiero que haga falta hacerse la canchera y fanfarronear ni con el lenguaje ni con la pilcha, ¿me entendés?.
Quiero ser tu amigo pero es menester mencionar por lo menos dos enormes defectos que poseo: soy bastante rompe-huevos y demasiado altibajera, pero también quiero que sepas que transpiro en carne viva la virtud de la generosidad que en las noches de luna llena me convierte en una banana gigante, con dulce de leche en la puntita. No es que quiera usar ese dato para seducirte pero si te sentís atraído a mí, estate seguro de que voy a hacer todo lo posible para estar a la altura de las circunstancias.
Y por último: cocino muy bien, y escribo cosas grosas, cosas de escritora posta, y en un futuro próximo me voy a hacer conocida por mi talento y eso te va a poner en ese lugar divino en el que uno se pone cuando dice “Claro que la conozco a Macarena Moraña, es una gran amiga mía”. Así que pensalo y después llamame o pasate a tomar unos mates por casa. Serán amargos porque en eso – sabelo – no te transo...
Abrazos de bolsillo, besos de rigor, y verdades de milanesas de nalga, a caballo, y con cerveza fría, en primavera o verano, y después la siesta paposa, tan efectiva como gloriosa.
Yo
P.D.: No, nada… Dejá…
Monday, July 19, 2010
Thursday, June 24, 2010
Supongo que mis anécdotas son pequeñas y hasta intrascendentes. No obstante, quisiera gritar que pertenezco a una de las clases que pueden vivir miles de años.
Una vez, una estudiante se paró frente a mí y me disparó luces desde un aparato cuadrado; lo hizo una y otra vez, y me gustó. Sentí el calor de cada una de esas chispas, fue realmente hermoso.
Otra vez, un joven me miró de arriba hacia abajo y susurró para sí “Planta perenne de tronco leñoso y elevado que se ramifica a cierta altura”. Recuerdo imborrable el de cada palabra. Luego el joven suspiró, como lo hice yo, y acomodó las tiras de su bolso como si se estuviera preparando para una larga travesía. Ellos viven de las largas travesías. Luego irguió su espalda y pese a la envidia que me inspiraron sus movimientos seguí conmovido y sin pensarlo demasiado, desprendí una de mis hojas y la hice volar frente a su cara con un tipo de suavidad que pocas veces he logrado. Es una de las pruebas que más disfruto, supongo que se debe a que soy un romántico, un viejo romántico, pesado y gordo, y tan solo.
En medio de un verano difícil dos niñas se convidaron caramelos sentadas sobre mis raíces. Una reía y cantaba una canción que hablaba sobre un hermano. La otra bostezaba. No se miraban pero estaban juntas, y masticaban.
En otoño me gusta desprenderme de mis hojas, pero no es fácil, al principio me duelen las ramas y luego el tronco, hasta que el dolor se me hace una costumbre y luego encuentro el modo de convertirlo en algo similar al placer. Parece que no, pero los árboles tenemos mucho trabajo emocional. Cada otoño es para mí un tipo de muerte, y la primavera me contiene y abraza para un nuevo nacimiento. Pero ojo, la primavera no es tan mágica y piadosa, si uno no le da lo que ella quiere, se puede vengar de los modos más trágicos. Ella es extrema y más mujer que ninguna otra estación. Se sabe hermosa y vive en una abundancia florida y a colores.
Y yo no soy más que mi eje, el punto de partida y el lugar de llegada de una existencia estática. Sé guardar la quietud del mundo, sé contribuir al equilibrio urbano, sé perfectamente cómo añoran los seres humanos. No me siento viejo pero tampoco soy joven. Mi cuerpo ya no suele invitar a los amantes a apoyarse sobre él para besarse y besarse hasta que les duelan los labios. Ellos, los amantes, se apoyan entre ellos, y el escenario les da lo mismo.
Las pocas cosas que sé acerca de la vida las aprendí observando; lo triste es que no tengo una buena memoria y eso, además de afligirme, me ayuda a no pensar más que en el instante. Pero hay recuerdos que sí conservo, como aquella vez en la que una mujer mayor mirando hacia arriba, hacia mi cielo, dijo “Allá tiene que ser lindo. No hay que tener miedo”.
Mi mejor diversión es la de hacerme historias a partir de las palabras que se sueltan frente a mí. “…pero me constipé y entonces…”; “…la muy hija de puta me habló de eso como si yo fuera…”; “…bien se lame porque lo que es él…”; “pinchalo y después te fijás cómo qued…”; “…pensá que todavía es chiquit…”. Vivo en un mundo acotado e incompleto, lo sé, me lo han dicho más de una vez mis hojas más fieles. Ellas desde allí pueden ver que hay otros mundos, miles de ellos, apiñados y poblados de casas, personas, plantas, ratas, hormigas, pastos, útiles, delantales… Pero todos se quejan por lo que no tienen, por lo que desean, por lo que les falta, hasta los que pueden andar.
Una vez, una estudiante se paró frente a mí y me disparó luces desde un aparato cuadrado; lo hizo una y otra vez, y me gustó. Sentí el calor de cada una de esas chispas, fue realmente hermoso.
Otra vez, un joven me miró de arriba hacia abajo y susurró para sí “Planta perenne de tronco leñoso y elevado que se ramifica a cierta altura”. Recuerdo imborrable el de cada palabra. Luego el joven suspiró, como lo hice yo, y acomodó las tiras de su bolso como si se estuviera preparando para una larga travesía. Ellos viven de las largas travesías. Luego irguió su espalda y pese a la envidia que me inspiraron sus movimientos seguí conmovido y sin pensarlo demasiado, desprendí una de mis hojas y la hice volar frente a su cara con un tipo de suavidad que pocas veces he logrado. Es una de las pruebas que más disfruto, supongo que se debe a que soy un romántico, un viejo romántico, pesado y gordo, y tan solo.
En medio de un verano difícil dos niñas se convidaron caramelos sentadas sobre mis raíces. Una reía y cantaba una canción que hablaba sobre un hermano. La otra bostezaba. No se miraban pero estaban juntas, y masticaban.
En otoño me gusta desprenderme de mis hojas, pero no es fácil, al principio me duelen las ramas y luego el tronco, hasta que el dolor se me hace una costumbre y luego encuentro el modo de convertirlo en algo similar al placer. Parece que no, pero los árboles tenemos mucho trabajo emocional. Cada otoño es para mí un tipo de muerte, y la primavera me contiene y abraza para un nuevo nacimiento. Pero ojo, la primavera no es tan mágica y piadosa, si uno no le da lo que ella quiere, se puede vengar de los modos más trágicos. Ella es extrema y más mujer que ninguna otra estación. Se sabe hermosa y vive en una abundancia florida y a colores.
Y yo no soy más que mi eje, el punto de partida y el lugar de llegada de una existencia estática. Sé guardar la quietud del mundo, sé contribuir al equilibrio urbano, sé perfectamente cómo añoran los seres humanos. No me siento viejo pero tampoco soy joven. Mi cuerpo ya no suele invitar a los amantes a apoyarse sobre él para besarse y besarse hasta que les duelan los labios. Ellos, los amantes, se apoyan entre ellos, y el escenario les da lo mismo.
Las pocas cosas que sé acerca de la vida las aprendí observando; lo triste es que no tengo una buena memoria y eso, además de afligirme, me ayuda a no pensar más que en el instante. Pero hay recuerdos que sí conservo, como aquella vez en la que una mujer mayor mirando hacia arriba, hacia mi cielo, dijo “Allá tiene que ser lindo. No hay que tener miedo”.
Mi mejor diversión es la de hacerme historias a partir de las palabras que se sueltan frente a mí. “…pero me constipé y entonces…”; “…la muy hija de puta me habló de eso como si yo fuera…”; “…bien se lame porque lo que es él…”; “pinchalo y después te fijás cómo qued…”; “…pensá que todavía es chiquit…”. Vivo en un mundo acotado e incompleto, lo sé, me lo han dicho más de una vez mis hojas más fieles. Ellas desde allí pueden ver que hay otros mundos, miles de ellos, apiñados y poblados de casas, personas, plantas, ratas, hormigas, pastos, útiles, delantales… Pero todos se quejan por lo que no tienen, por lo que desean, por lo que les falta, hasta los que pueden andar.
Wednesday, June 02, 2010
Ocurrirá, es evidente, moriré. Lo haré un día, una mañana, una noche, sobre mi cama, abrazada a mi almohada o a mi hombre, soñando con agua. Tal vez lo haré durante la preparación de unos fideos. Llevará un instante que no será igual, ni en duración ni en nada, al que usé para nacer. Será un instante florido, cómo no, y los míos sabrán cómo apagar ese olor con una de mis exquisitas fragancias. Habrá inscripciones en papeles arrancados de cuadernos. Las palabras llevarán el ataúd hacia algún lugar azulado, tenue. Seré un muerto que generará pena y añoranza, hasta que dejaré de hacerlo. Esto último se dará con más naturalidad que todo lo demás.
Wednesday, May 26, 2010
Tengo frío y la boca pastosa y el recuerdo de un sueño horrible que me resisto a titular de pesadilla. El sueño, La pesadilla, hoy los artículos mandan. Él – el varón – ya no está aquí, ya se fue, ya se baña: escucho el agua de la ducha caer sobre su cabeza y su espalda, lo imagino desnudo y por supuesto que prefiero no verlo. ¿Qué me está pasando?. Hace varios días que no quiero nada de eso ni de aquello. Él en cambio se despierta enérgico y enseguida sale a correr, dos veces por semana juega al tenis, saca a pasear a los perros todas las noches sin excepción. Basta. La estrategia es resistirse desde la oposición. Por eso me cubro toda, todos los días y tapo a esta cabeza que porta mis ojos. No quiero ver ni levantarme, pero el oso de mi cueva imaginaria también está desnudo. Y sucio.
Thursday, May 20, 2010
…
La primera novela que escribí tenía dibujos que en ese entonces, a mis ocho años, ya me avergonzaban. Pero sabía, porque me lo decían y porque lo sabía, que escribía bien, sorprendentemente bien para la edad que tenía. La salvedad de la edad ya no me libera de las malditas culpas, cargos y errores gramaticales. Me arranco canas injustas mientras merodeo los treinta y tres y me hago el chiste de “Diga treinta y tres: treinta y tres”. El número también me hace pensar en Jesús y en Eva Perón y ahora, qué extraño, en mimismapropia persona. Con lo que acabo de escribir ya tengo para un par de cuentos… Esa soy yo. Esa es mi escritura.
La segunda novela que escribí data de unos seis años atrás. No tiene dibujos y se llama Qué me ha dado Dios. La presenté en una editorial y después de felicitarme me dijeron que no la iban a publicar. No me resultó complicado escribirla. Fue de un tirón, con una velocidad que me gustó experimentar; era como ir en auto por una autopista, muy rápido pero sin miedo, sin miedo a que me pasara nada malo. Estuvo buenísimo, pero cuando la terminé y la mandé a algunos concursos supe que la iba a dejar dormir porque tras las emociones fuertes, las novelas ruegan piedad, y si uno no se la concede, corre el riesgo de quedar ciego de medio ojo o con letras impresas en negrita en cualquier parte del cuerpo, todas ellas mal escritas. Conozco a una escritora que un día despertó con la palabra “hanarkía” en el talón derecho. Lleva catorce libros publicados y un sinfín de notas periodísticas plagadas de lugares comunes y corrientes.
La tercera novelamía se llama Mis Quince, y se trata de una chica que está por cumplir quince años y va a festejarlos con una gran fiesta. Sus padres están separados y la madre tiene un novio adinerado que se va a hacer cargo de los gastos, lo cual pone al casi insolvente padre de Micaela en un lugar, por lo menos, incómodo. En ella quise hacer una suerte de retrato social de la clase media, pero después de dos años de laburo y muchas horas invertidas en su corrección y revisión, decidí que lo mejor sería, otra vez, dejarla descansar. Pero ella a veces se despierta y me chista. Yo me hago la distraída y hasta canto – no sé silbar – para que todos me crean que estoy en otra cosa, que no la escucho. Digo huevadas, preparo comidas, tengo sexo, y ella termina por imitarme, más que nada con la última actividad. Después se duerme y olvida que es novela y que es mía, y eso me hace sentir liberada, hasta que todo empieza otra vez. Algún día me voy a sentar con ella y con sus hermanitas las inconclusas en alguna cabaña que nunca haya escuchado las palabras “Buenos Aires”, y después de abrazarlas mucho voy a empezar a esculpirlas, palabra por palabra, párrafo por párrafo, dolor por sonrisa.
Me cuesta pensarme novelista, pero muchas veces me pasa que al leer novelas ajenas me muero por escribir una, pese al esfuerzo que significa hacerlo. Es como vivir con gente, ser muchas personas, todo el tiempo. Las voces del inconsciente se convierten en sonidos de verdad, y vas con ellos – los seres y las voces – sin importan cuántos sean ni cuánto ruido hagan, a todos lados. Entonces cuando te metés a tomar un café pedís cuatro, y el mozo te mira, y en tu mirada descontrolada te justifica – la gente necesita justificar – diciendo que claro, cómo no, es obvio que sos artista… Y se cree inteligente, mucho más que vos. Días después tenés una fiesta y vas a la peluquería y la peluquera te cuenta una anécdota superior, y cuando llegás a casa te tenés que sentar, es imperioso, es fisiológico, y la escribís, se la adjudicás a un personaje, no pega ni con moco con la historia pero ya vas a encontrar la manera de que lo haga, de que pegue, y te sacás un moco y lo pegás debajo de la mesa creyendo que sos distinta pero no lo sos: todo el mundo pega mocos debajo de la mesa. Lo que te convierte en diferente es otra cosa, son ellos, los tuyos, tus seres, tus creaciones, que cada tanto te avisan que está acercándose la hora. Y no vas a la fiesta, faltás, y el peinadete se los regalás a ellos, “por todo lo que hacen por mí, divinos” decís en voz alta con la sexta copa de tinto en la mano. Te ponés cariñosa y después de una sesión de amor te vas a dormir con una contentura que te provoca más amor. Cosa loca, cosa mágica. Amor y alegría: eso es para mi la escritura…
Los cuentos me provocan un entusiasmo más concreto, concreto en cuanto a la concreción, en gran parte se debe a su longitud pero también a que me gustan. Con los cuentos los períodos de trabajo y dedicación no son tan largos, a veces los dejo, los recupero, los acaricio, me río, los siento ajenos, y vuelvo a empezar con otro que queda inconcluso hasta que lo termino y siento que me encanta, me parece el mejor, sí, es brillante, me hace sentir que llegué a un lugar, al lugar esperado, a un estadio, a un podio, y entonces descorcho la champaña de diez litros, me la tiro encima, chupo un poco – y dale con el chupi – y cuando lo vuelvo a leer, oh oh oh, me parece malo. Malo. Tal vez pésimo. O no, quizás es malo a secas. Ma-lo. Y eso a lo que yo llamo frustración a veces me hace llorar, a veces me hace reír, y siempre me genera un dolor pinchudo que no se lo deseo a nadie.
Les tomo cariño a mis cuentos, como a la gente que me rodea, por eso después me cuesta modificarlos, si así están bien, pienso, pero no, no están bien, nunca están del todo bien, y para dejarlos en paz y sentirme una persona que empieza lo que termina o al revés, me hago trampitas que están buenas: los mando a sitios desconocidos y tal vez peligrosos. Pero mis cuentos se alegran de que los suelte y de que grite “si amas a alguien dejalo libre”. Y bajo los efectos de las drogas más naturales, largan carcajadas siniestras pero llenísimas de gratitud. Gracias a ustedes, chicos…
Ahora estoy haciendo leer algunos de mis trabajos. Estoy contenta con los resultados, adoro buscar la justificación de cada palabra, su razón, su destino, su verdad. Lo mismo hago con trabajos de otros. Me gusta entender mis historias, nadar entre sus algas de colores no siempre vivos. Me gusta pensar en los por qué de cada una. Recién di por terminado uno que trata de una novia que fue engañada por su novio. Ese me gusta porque me acerca a un enojo que no es mío, que es de otra que existe en mi mente y que si existe de verdad en alguien no me importa. También disfruto de toda esa parte que no me importa. La magia es la dueña de esos vacíos. Por eso cuando me indagan sobre técnicas contesto desde mi experiencia que las técnicas existen y sirven sólo si sentimos que las necesitamos para seguir creando. Al igual que los argumentos, al igual que las musas o las inspiraciones. No vienen de un solo lugar, como tampoco tienen un solo destino. En los hechos creativos no hay normas, y ese el punto que los convierte también en únicos e irrepetibles. ¿Entonces?. Entonces hay que escribir, y leer, y compartir lo que uno hace. Entonces hay que vivir, y soñar, y dar besos y abrazos. Hay que ser cursi y feliz.
Vivimos inmersos en constantes búsquedas. La del lenguaje propio, la manera personal de decir las cosas, la elección de los temas, es una de ellas. Qué más lindo que explorar, explorarse, conocerse, buscarse, hacerse preguntas… A mí se me ensancha el alma cuando escribo. Me emociono mucho, me guste o no me guste el resultado. Sé que no podría hacer ni ser otra cosa. Quiero comunicarme más allá de mi cuerpo, de mi voz, de mis actos. Quiero escribir y contar historias que le hagan bien a otros pero más que nada que me hagan bien a mí. Quiero escribir bien, por eso me tomo mi tiempo y no intento afanosamente publicar libros y hacerme conocida y tomar copitas de vino en librerías preciosas de Palermo Hollywood y/o Soho. Por ahora sigo buscando mi voz escrita, tranquila, y eso es algo que hago desde mis ocho años, desde mi primera novela, desde mis primeras composiciones, desde que entendí que escribiendo me podía expresar mejor que de ninguna otra manera. No dibujo bien, canto peor, y supe actuar entre pudores que disfracé con vestidos que olían a humedad. Pero siempre me quedo con esto, con ellas, con mis letras, a las que no me canso de halagar y desear y franelear. Qué linda es la palabra franelear...
Wednesday, April 21, 2010
Sus pezones circulares y siempre dispuestos a fuerza de esperanzas monetarias y sexuales, su falso amor, su escondite desde el cual se muestra dadivosa, redonda, fresca. Uvita, le digo, la uvita de papá, y me la manduco, fresquita, palo y a la bolsa, am am, y qué rica es la hija de puta.
Pesca con los ojos, anzuelitos vivaces color marrón, te invita a comerla, a metértela en la boca, quien pudiera abarcarla, fruto del mal, de la lujuria, de la obsesión. Yo voy siempre que puedo pero la doña no es gila, es bruta pero no es boluda, y ella sabe, y sería capaz de cualquier cosa si la agarra. Porque la doña no me pierde ni por cornuda, antes las mata a todas, lo dice siempre, te mato a la de los ojos si seguís jodiendo, me dijo anteanoche. A la de los ojos no, pensé, antes la mato yo.
Los viernes tiene gusto a vino, se le impregna en la piel manchada, piel de reina pobre, de grietas y tantos pero tantos secretos. Me gusta, cómo me gusta. Me la llevé primero porque lo del mellizo Cardozo no cuenta, ese paga por mirar porque no sé qué boludez tiene en la cabeza. Así que sos mi virgencita hoy, le dije, y ella se río poniendo los ojos en blanco, como queriendo hacer una cara de buena que mirá si le va a salir… Endulzame los pies que están rotos después del trabajo, matame con tu fragancia mágica, con tu olor a uva, a muchas uvas, todas ricas, mi vida, todas riquísimas y para mí… Antes te mato yo…
Pero la doña no quiso aceptar los tratos. Ella pedía hijos, plata y estabilidad, pero a las mujeres nunca les alcanza, yo le pedía escapes con los amigos, más esa noche me fue a buscar, es que los viernes nunca son buenos, no sé por qué dejé pasar esa certeza, y ahí se apareció, dicen los negros que justo cuando la Uvita gritaba como ella grita, tan linda es, tan mullida… Es la más obscena de las frutas, mi negra chorreante y gorda, tan empalagosa a veces…
Ahí no puede señora, es propiedad privada, la casa se reserva el derecho de admisión y… Má que derecho ni que ocho cuartos, a mí me abrís esa puerta o les vuelo la cabeza a todos. Los gomías saben lo del padre policía y me imagino que todos se arrepintieron de haber hecho migas conmigo. La puerta chirriaba y la Uvita jadeando me dijo que era un potro. Esas fueron sus últimas palabras. Pero no mi doña, antes me la mato yo…
Ay tu jugo, tu líquido, tu espíritu vestido de rojo pasión. Te veo la piel y grito ¡hollejo!, porque la boca se me pone en uva cuando digo “hollejito mío de mi corazón, perdoname pero ya no se puede vivir así”.
La doña me agarra de una oreja como a los pibes, me dice llorando que ella me lo pidió, es verdad, le digo, yo te dije que la de los ojos no, me dice, y nos abrazamos, no es la primera vez que hacemos cagadas, ni la última, dice, secándose las ojeras de madre de mis hijos.
Dios sabe que yo no podía evitarla, era mía, la única que realmente me daba hambre.
Y ustedes manga de borrachos se quedan calladitos y hacen lo que sea con este cuerpo – ¡qué linda estaba tan roja! -. Porque vamos a ver quien gana si quieren pelearme, eh, porque el asesinato es tan jodido como la prostitución…
Gracias, amiga, amante, compañera, gracias por tu árbol vital, de la vid, ¡cómo me gustaban tu nombre y tus apellidos, gordita de Dios!. Uva de la vid con hollejo…
Lloré de regreso a casa rememorando el privilegio de haberte metido en mi boca y haberte aplastado con mis dientes trituradores. No fue falta de amor, todo lo contrario, fue para que fueras mía, para que vivieras en mí, para que seamos un solo líquido para siempre. Mi Uvita, mi pequeña lujuria.
Ahora dejame chorrear, ser en otra, deleitarme con tu muerte, tu redondez, tu cuerpo espléndido y más morado que nunca; a punto, mi amor.
Wednesday, April 07, 2010
Recreo
Me voy, me fui, es que me entretengo. Tengo que olvidarme de los inolvidables, alejarme y no volver el nunca que duren los recuerdos. Hay que entender eso de soportarse los unos a los otros. Debo separarlos de lo que fui y amigarme con quien soy. Debo experimentar, saberme sola, no volcar, ni fumar, ni caer en la tentación, retroceder, avanzar y en la huida pensar bien hacia donde quiero ir.
Qué difícil es ser adulto…
Puede que el recreo dure unos minutos pero no se preocupen que los años me los guardo para otras cosas como vivir o… vivir. Callecitas empedradas que me acercan esos volquetes repletos de cajitas y medallas de cuando nadaba, crecía y era la hija de unas personas grandes. El constante retorno a la infancia, a la vida perdurable, y a la palabra “Amén”.
Pese a los ruidos escucho y veo colores… Es que nadie se detiene porque sí.
Le tengo miedo a la muerte, qué novedad, pero a la muerte de los demás, la mía ni se me ocurre, la mía será de otros, porque de la muerte lo que duele es el egoísmo.
Pero no lo puedo evitar y pienso en que voy a tener que hacerme otra vez del dolor, voy a empezar a empezar para después alejarme de las letras, de mí, de la risa y de tantas piedras que hoy levanto y arrojo como si fueran de otra mujer con recuerdos románticos y tetas paradas.
Me entorpece la quietud. Me colma el desamparo, mi eterna orfandad, la tristeza perenne, el espacio donde duermen mis objetos, los libros que no me compro y el saco que no puedo pagar. Vuelvo a temer, a temerme.
Relojeo los datos y son ellas, las horas, las que siempre me reprochan que a la rosca le falta azúcar, o que a mi vida le falta sal. Qué novedad es esa, hijas de puta.
Ladran perros y sanchos que cansados de batallar contra los lugares comunes huyen hacia tierras nunca pisadas y mares de olas grossas que atrapan a padres con sus hijas pequeñas. Recuperar es lo que nos queda, lo que nos va a quedar. Falta una guerra prologada por una muerte, dicen los arcanos pelirrojos y azules.
A alzar el mentón, Macarena, elevar la cabeza, pestañar de vez en cuando, y llorar poco muy poco fuera de la iglesia. O escapar, un ratito, cinco minutos, tres medios cuartos y en la mitad, hacer estos pequeños dibujos de tu alma.
(Eso puede que te alivie, nena…)
Me voy, me fui, es que me entretengo. Tengo que olvidarme de los inolvidables, alejarme y no volver el nunca que duren los recuerdos. Hay que entender eso de soportarse los unos a los otros. Debo separarlos de lo que fui y amigarme con quien soy. Debo experimentar, saberme sola, no volcar, ni fumar, ni caer en la tentación, retroceder, avanzar y en la huida pensar bien hacia donde quiero ir.
Qué difícil es ser adulto…
Puede que el recreo dure unos minutos pero no se preocupen que los años me los guardo para otras cosas como vivir o… vivir. Callecitas empedradas que me acercan esos volquetes repletos de cajitas y medallas de cuando nadaba, crecía y era la hija de unas personas grandes. El constante retorno a la infancia, a la vida perdurable, y a la palabra “Amén”.
Pese a los ruidos escucho y veo colores… Es que nadie se detiene porque sí.
Le tengo miedo a la muerte, qué novedad, pero a la muerte de los demás, la mía ni se me ocurre, la mía será de otros, porque de la muerte lo que duele es el egoísmo.
Pero no lo puedo evitar y pienso en que voy a tener que hacerme otra vez del dolor, voy a empezar a empezar para después alejarme de las letras, de mí, de la risa y de tantas piedras que hoy levanto y arrojo como si fueran de otra mujer con recuerdos románticos y tetas paradas.
Me entorpece la quietud. Me colma el desamparo, mi eterna orfandad, la tristeza perenne, el espacio donde duermen mis objetos, los libros que no me compro y el saco que no puedo pagar. Vuelvo a temer, a temerme.
Relojeo los datos y son ellas, las horas, las que siempre me reprochan que a la rosca le falta azúcar, o que a mi vida le falta sal. Qué novedad es esa, hijas de puta.
Ladran perros y sanchos que cansados de batallar contra los lugares comunes huyen hacia tierras nunca pisadas y mares de olas grossas que atrapan a padres con sus hijas pequeñas. Recuperar es lo que nos queda, lo que nos va a quedar. Falta una guerra prologada por una muerte, dicen los arcanos pelirrojos y azules.
A alzar el mentón, Macarena, elevar la cabeza, pestañar de vez en cuando, y llorar poco muy poco fuera de la iglesia. O escapar, un ratito, cinco minutos, tres medios cuartos y en la mitad, hacer estos pequeños dibujos de tu alma.
(Eso puede que te alivie, nena…)
Soy testigo de una rareza, de una más: se me secan las manos de los pies, lo juro.
Sus uñas son cuadradas y algo sucias hacia los costados. No puedo agacharme para limpiarlas o al menos no lo deseo. La pereza de las pequeñas cosas me invade.
Descubro que fantaseo con lugares que me dan miedo
confieso tonterías pero nadie me entiende,
quiero distraerlos a todos, hacerles burla, ser más inteligente.
Pero estoy cansada
Mi brazo se apura a escapar de una manga asesina,
salgo al pasto y corro y trepo a los escalones que nunca conté mientras tarareo “son pocos los que valen la pena” y me siento a gusto por un pequeñísimo instante que en su velocidad de vuelo canta cosas en dialectos floreados.
Estoy agotada.
Pesan mis párpados que no se rinden arrugados
el coraje me empuja las ganas y me tira al piso
soy torpe y frágil, y supe ser tan bonita…
Mi cuerpo no es más mío,
es increíble,
ahora tenemos la obligación de hacernos amigos otra vez, de renovarnos, volver a cantar, bailar, pensarnos modernos, usar vestidos con garabatos, qué sé yo...
También tengo que llegar a horario a la cita
mi demonio es puntual como no lo fueron mis progenitores.
Tengo que contraponer mi actitud, está en los libros de misiones universales y necesarias.
Rezar me ayuda,
escribir me agranda,
leer me abraza
recordar me exaspera.
Tengo sueño.
Sus uñas son cuadradas y algo sucias hacia los costados. No puedo agacharme para limpiarlas o al menos no lo deseo. La pereza de las pequeñas cosas me invade.
Descubro que fantaseo con lugares que me dan miedo
confieso tonterías pero nadie me entiende,
quiero distraerlos a todos, hacerles burla, ser más inteligente.
Pero estoy cansada
Mi brazo se apura a escapar de una manga asesina,
salgo al pasto y corro y trepo a los escalones que nunca conté mientras tarareo “son pocos los que valen la pena” y me siento a gusto por un pequeñísimo instante que en su velocidad de vuelo canta cosas en dialectos floreados.
Estoy agotada.
Pesan mis párpados que no se rinden arrugados
el coraje me empuja las ganas y me tira al piso
soy torpe y frágil, y supe ser tan bonita…
Mi cuerpo no es más mío,
es increíble,
ahora tenemos la obligación de hacernos amigos otra vez, de renovarnos, volver a cantar, bailar, pensarnos modernos, usar vestidos con garabatos, qué sé yo...
También tengo que llegar a horario a la cita
mi demonio es puntual como no lo fueron mis progenitores.
Tengo que contraponer mi actitud, está en los libros de misiones universales y necesarias.
Rezar me ayuda,
escribir me agranda,
leer me abraza
recordar me exaspera.
Tengo sueño.
Tuesday, April 06, 2010
Delgada
Pieles oliendo a off y a cansancio
ojos que funcionaban a porro
pies que avanzaban a empujones
Nuestros rastros...
Las vueltas en autos blancos chiquitos
los varones en cueros
y los caminos de tierra que se levantaba y hacía firuletes...
Ingenua tierra que quería imitar a las nubes
tierra voladora
latente
esparcida
Los lugares que creíamos casi vírgenes
las patas en bolas
todos los labios todos hinchados
Tierra del mundo que se abre, se abrió, se esconde, se escondió, y un día ya no está más. Aquel mundo, nosotros, los que fuimos, aquellas pisadas, esa mugre.
Panzas inflamadas de Patys bastante crudos
besos sucios de tabaco y alfajores gordos
lenguas enormes de esperanzas
grande obeso recuerdo inflado
verdades absolutas únicas
Sabíamos tanto de todo los tan jóvenes...
Recuerdo y camino
y espanto mosquitos
y ordeno mi casa
convertida en mis paredes
Pieles oliendo a off y a cansancio
ojos que funcionaban a porro
pies que avanzaban a empujones
Nuestros rastros...
Las vueltas en autos blancos chiquitos
los varones en cueros
y los caminos de tierra que se levantaba y hacía firuletes...
Ingenua tierra que quería imitar a las nubes
tierra voladora
latente
esparcida
Los lugares que creíamos casi vírgenes
las patas en bolas
todos los labios todos hinchados
Tierra del mundo que se abre, se abrió, se esconde, se escondió, y un día ya no está más. Aquel mundo, nosotros, los que fuimos, aquellas pisadas, esa mugre.
Panzas inflamadas de Patys bastante crudos
besos sucios de tabaco y alfajores gordos
lenguas enormes de esperanzas
grande obeso recuerdo inflado
verdades absolutas únicas
Sabíamos tanto de todo los tan jóvenes...
Recuerdo y camino
y espanto mosquitos
y ordeno mi casa
convertida en mis paredes
Tuesday, March 30, 2010
alto abre grande
go…mo…sooo
labios que se hacen a la humedad
frescura
o no
tal vez es la imitación de un susurro con sueño
o un pequeño huracán disfrazado de falso chistido
- a veces (pobrecito) viene de la zona de la pesadez, o de la de pena de la de la, o de la del cansancio chiquito del rincón más viejo roñoso polvoriento -
no es inodoro
¿las lágrimas?: su compañía. salen en malón a vestirlo de señor.
muchas veces me trae de vuelta a un mundo extrañísimo, con la diversidad de solapa y a modo de tapa, en constante oferta, un pilón de sueños confusos y especiales
con él es seguro el juego del antes y el después
es alto grande y arriba libre
es algo del aire, primo o colega, no sé
se repite y se repite
y el tema del contagio y la pregunta: ¿es mental, es físico, es por ganas de dormir?
inmenso a veces pastoso y reiterativo reiterativo reiterativo
cerrar los ojos grandes para después abrirlos mojados
- al final, pienso, siempre todo es mejor si se moja ¿no? –
ay mi bostezo… él es la partecita perezosa de mi plenitud
go…mo…sooo
labios que se hacen a la humedad
frescura
o no
tal vez es la imitación de un susurro con sueño
o un pequeño huracán disfrazado de falso chistido
- a veces (pobrecito) viene de la zona de la pesadez, o de la de pena de la de la, o de la del cansancio chiquito del rincón más viejo roñoso polvoriento -
no es inodoro
¿las lágrimas?: su compañía. salen en malón a vestirlo de señor.
muchas veces me trae de vuelta a un mundo extrañísimo, con la diversidad de solapa y a modo de tapa, en constante oferta, un pilón de sueños confusos y especiales
con él es seguro el juego del antes y el después
es alto grande y arriba libre
es algo del aire, primo o colega, no sé
se repite y se repite
y el tema del contagio y la pregunta: ¿es mental, es físico, es por ganas de dormir?
inmenso a veces pastoso y reiterativo reiterativo reiterativo
cerrar los ojos grandes para después abrirlos mojados
- al final, pienso, siempre todo es mejor si se moja ¿no? –
ay mi bostezo… él es la partecita perezosa de mi plenitud
Caprichos
Hoy me permito abrir una puerta, dos gusanos verdes y un árbol donde viven cuatro duendes macho. Nos veo a nosotros dos tirándonos sobre aquel pasto en el río, bajo el sol, pero ahora y antes es temprano, muy temprano por la mañana. Los ojos arden, sensación de humo, cero penas, descanso.
Pienso que escribirte es un modo de deambular por tu cara y por fin poder ser esa pestaña que se sale de tu ojo y llega a tu pulgar para que juegues a los deseos pensando en mí, deseándome a mí, a tu jermu.
Soy la que te invade con reproches y caricias. La que a veces te dice que sos hermoso y otras te tira de un pelo imaginario para ya no poder más de la risa que suena como una banda de rock que vemos haciéndonos chiquitos traviesos, burlones, pero que se dan besos de lengua, con la boca abierta de amor. Soy tu compañera, tu casa, tus milanesas, tus invitaciones, tus esperas. Soy la que duda, la que piensa mucho, la que se enrosca por demás, la que te cuida y te acuna y te besa y te extraña.
En una de esas también soy otras cosas que no se pueden nombrar ni siquiera en la intimidad que grita bajito para no despertar al mundo entero que son las hijas. Pero igual vos sabés que soy capaz de batallar y romper hielos duros con las mismas manos que uso para recortar imágenes de próceres que pego en cuadernos que todavía no existen. Fantaseo con ayudarte y que vos puedas apoyarte sobre mí, ante mí, frente a mí, todo conmigo, y digas, qué feliz soy con ésta mina… Ni más ni menos. Ni un poco ni bastante. Vos y yo. Eso…
El mate está frío una vez más y el paso por el baño a la mañana me deja tu olor todo el día, todo el olor, y entonces soplo con más ahínco a mis putas tristezas. Agradezco la cotidianeidad aunque me queje, mientras me quejo, es que soy así…
Ahora te propongo la idea/sueño de un pueblo pequeño y una cabaña o casita que no se parezca en nada a ésta. Ahí quiero pronto estemos pues.
Te necesito, ansío, banco, amo, quiero, deseo.
Hoy me permito abrir una puerta, dos gusanos verdes y un árbol donde viven cuatro duendes macho. Nos veo a nosotros dos tirándonos sobre aquel pasto en el río, bajo el sol, pero ahora y antes es temprano, muy temprano por la mañana. Los ojos arden, sensación de humo, cero penas, descanso.
Pienso que escribirte es un modo de deambular por tu cara y por fin poder ser esa pestaña que se sale de tu ojo y llega a tu pulgar para que juegues a los deseos pensando en mí, deseándome a mí, a tu jermu.
Soy la que te invade con reproches y caricias. La que a veces te dice que sos hermoso y otras te tira de un pelo imaginario para ya no poder más de la risa que suena como una banda de rock que vemos haciéndonos chiquitos traviesos, burlones, pero que se dan besos de lengua, con la boca abierta de amor. Soy tu compañera, tu casa, tus milanesas, tus invitaciones, tus esperas. Soy la que duda, la que piensa mucho, la que se enrosca por demás, la que te cuida y te acuna y te besa y te extraña.
En una de esas también soy otras cosas que no se pueden nombrar ni siquiera en la intimidad que grita bajito para no despertar al mundo entero que son las hijas. Pero igual vos sabés que soy capaz de batallar y romper hielos duros con las mismas manos que uso para recortar imágenes de próceres que pego en cuadernos que todavía no existen. Fantaseo con ayudarte y que vos puedas apoyarte sobre mí, ante mí, frente a mí, todo conmigo, y digas, qué feliz soy con ésta mina… Ni más ni menos. Ni un poco ni bastante. Vos y yo. Eso…
El mate está frío una vez más y el paso por el baño a la mañana me deja tu olor todo el día, todo el olor, y entonces soplo con más ahínco a mis putas tristezas. Agradezco la cotidianeidad aunque me queje, mientras me quejo, es que soy así…
Ahora te propongo la idea/sueño de un pueblo pequeño y una cabaña o casita que no se parezca en nada a ésta. Ahí quiero pronto estemos pues.
Te necesito, ansío, banco, amo, quiero, deseo.
Thursday, February 18, 2010
Recuerdo una imagen de arenita pegada en su piel de nena rubia, hermosa, bronceada, demasiado linda…
Imagino y recuerdo, no vivo pero aún –ojo- puedo paladear las esperanzas intactas; las saco de mi heladera y de mi corazón cada mañana, para acompañar el mate.
Y mientras lo hago no puedo dejar de preguntarme si ellas son tan ciertas como el amor que me hacen sentir. ¿Cómo se puede querer así, tanto-tanto?. En un punto me parece tan imposible como cotidiano. Y entonces me cebo mi ambigüedad, su arena y las ganas de ver el mar.
El agua está a punto.
Imagino y recuerdo, no vivo pero aún –ojo- puedo paladear las esperanzas intactas; las saco de mi heladera y de mi corazón cada mañana, para acompañar el mate.
Y mientras lo hago no puedo dejar de preguntarme si ellas son tan ciertas como el amor que me hacen sentir. ¿Cómo se puede querer así, tanto-tanto?. En un punto me parece tan imposible como cotidiano. Y entonces me cebo mi ambigüedad, su arena y las ganas de ver el mar.
El agua está a punto.
Tuesday, January 26, 2010
Entra en mi garganta un aliento que no es mío. Ha quedado en mi nariz alguna partícula inmerecida. Sola siento el verano pensando en que hace mucho nadie me rasca la espalda. Las pérdidas chiquitas que se acumulan. Me tapo la cara con una toalla verde para no llorar y es así como me la paso inventando estrategias personales (el objetivo es siempre distraer a la soledad). Nunca olvido esa forma de consuelo “el invierno es peor, el invierno es peor”. El chiste de repetir las frases. Pero no es todo tan radical al fin de las cuentas que no me dan. Por lo menos hoy la brisa acá, y los pájaros celestes de colas largas, imagino también rasposas y ágiles como éstos locos de mis dedos.
Entra en mi garganta un aliento que no es mío. Ha quedado en mi nariz alguna partícula inmerecida. Sola siento el verano pensando en que hace mucho nadie me rasca la espalda. Las pérdidas chiquitas que se acumulan. Me tapo la cara con una toalla verde para no llorar y es así como me la paso inventando estrategias personales (el objetivo es siempre distraer a la soledad). Nunca olvido esa forma de consuelo “el invierno es peor, el invierno es peor”. El chiste de repetir las frases. Pero no es todo tan radical al fin de las cuentas que no me dan. Por lo menos hoy la brisa acá, y los pájaros celestes de colas largas, imagino también rasposas y ágiles como éstos locos de mis dedos.
Saturday, January 23, 2010
Menos tristísima ya. Es que soy muchas, y a veces algunos también, por eso canto llorando “tantos somos que te amamos” y me río, llorando me río… Eso sí: ahora no quiero pasar un trapo: quiero escribir. Quiero ganarle ésta carrera a éste putito… “Tomá, tiempo, tomás más”, y me vuelvo a chupar las lágrimas híper saladas. A mi alrededor unas pequeñas panzas hacen ruido y descubro que pocas cosas me alteran más que sus desperdicios en estado casi líquido. No quiero limpiar culos: quiero dormir sabiendo que están bien. Ellas y él, siempre ellos tres, y sus panzas, yo después porque soy tantas que… A veces me divierto porque me hago a la idea de que vivo de fiesta y saco a bailar a la más linda de las mías quien por supuesto acepta y entonces damos vueltas y terminamos enroscadas en unos líos (¡cuándo no!) tal vez graciosos, tal vez muy descerebrados. Más tarde viene uno de mis masculinos y cacarea de una forma algo siniestra – aunque él quiere parecerse a ese galán tan groncho como divino que nos gusta a todas sin excepciones, hasta la de treinta y dos apellidos – pero no lo logra porque en el fondo y por delante soy una mujer delicada, feroz, y repleta de miedos, helados y tristezas. Perdón: no puedo escribir más… Ellas – ¡déjenme sola! – me hablan tanto que no me dejan pensar.
Thursday, January 21, 2010
Monday, January 04, 2010
llueve
Riquísimo olorcito a lluvia
que en su dulzor verde me hace sentir diminutiva
Serán las ganas de hacerme chiquita y de perderme en ese tiempo en el que no importaba dónde ni cuándo me quedara dormida porque siempre un grande o un gigante me alzaba y me llevaba (¡milagro!) a mi cama.
Tampoco importaban los ruidos
ni las ausencias
ni las lluvias con sol
ni nadie más que yo.
Y mis deseos infantiles salpicados de gotas
que en su dulzor verde me hace sentir diminutiva
Serán las ganas de hacerme chiquita y de perderme en ese tiempo en el que no importaba dónde ni cuándo me quedara dormida porque siempre un grande o un gigante me alzaba y me llevaba (¡milagro!) a mi cama.
Tampoco importaban los ruidos
ni las ausencias
ni las lluvias con sol
ni nadie más que yo.
Y mis deseos infantiles salpicados de gotas
Sunday, January 03, 2010
Tras la caminata…
Tan dependiente de la brisa que en un rapto de vaya uno a saber qué se le prenden unas ganas locas de bailar
Pero no baila, canta, pero no baila, y no es falta de ocasión, y mucho menos de música, de eso siempre hay, es todavía más simple: decide no hacerlo, se rebela ante sus propias ganas, por idiotez o extrema inteligencia; siempre es tan delgadito ese cordel…
Quiere sumergirse en el mar
(ya, ya, pronto, arena)
y el mierda del dinero es, una vez más, el elemento burlón
es que quiere verlos jugando con la arena
es que quiere cerrar los ojos y levitar
es que tantos deseos de año nuevo
y es que ya no toma alcohol
Pero eso sí: canta. Su tono suavecito, sonido a plenitud, cacho de sur y recorte norteño, casitas, cielo, resto y amparo. Un consuelo vuelve haciendo el chiste: “re-cuerdos”, y se ríe solo de sus eternas picardías. Y esas pieles oliendo a off y a pañal y los domingos a pleno puro sol mate distracciones tetas añoranzas mensajes y pelitos.
Media docena de frases de otros convierten un instante en un suceso conmovedor y envidiable.
Ayer no, piensa, hoy sí, dice. Y el peso del cuerpo blando sobre la cama cuadrada promete recibir a las personas que son ella.
Tan dependiente de la brisa que en un rapto de vaya uno a saber qué se le prenden unas ganas locas de bailar
Pero no baila, canta, pero no baila, y no es falta de ocasión, y mucho menos de música, de eso siempre hay, es todavía más simple: decide no hacerlo, se rebela ante sus propias ganas, por idiotez o extrema inteligencia; siempre es tan delgadito ese cordel…
Quiere sumergirse en el mar
(ya, ya, pronto, arena)
y el mierda del dinero es, una vez más, el elemento burlón
es que quiere verlos jugando con la arena
es que quiere cerrar los ojos y levitar
es que tantos deseos de año nuevo
y es que ya no toma alcohol
Pero eso sí: canta. Su tono suavecito, sonido a plenitud, cacho de sur y recorte norteño, casitas, cielo, resto y amparo. Un consuelo vuelve haciendo el chiste: “re-cuerdos”, y se ríe solo de sus eternas picardías. Y esas pieles oliendo a off y a pañal y los domingos a pleno puro sol mate distracciones tetas añoranzas mensajes y pelitos.
Media docena de frases de otros convierten un instante en un suceso conmovedor y envidiable.
Ayer no, piensa, hoy sí, dice. Y el peso del cuerpo blando sobre la cama cuadrada promete recibir a las personas que son ella.
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