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Sunday, February 20, 2011

El viento fresco de después de la lluvia me trae una alegría calma y hace que resurjan – y rujan – mis ganas de dormir y de escribir. Si pudiera, no sé qué haría primero. La fantasía de lo que sabemos poco probable, por no decir imposible, es breve. Creo que dormiría, sí, y después me levantaría a la hora que fuese, madrugada ventosa, revoltosa, nueva, y me sentaría a escribir. Y después a dormir otra vez creyendo que lo que escribí es de lo mejor de mi producción. Y levantarme, hacer pis, lavarme los dientes, pensando en lo buena escritora que soy. Mates amargos, vista fija en un punto incierto, sueño, atontamiento, mañana despareja - ¿es cierto que escribí a la madrugada?, ¿lo que pasó fue real o lo soñé?, ¿los sueños son cosas reales?, ¿en qué se diferencian los sueños de las vivencias? -. Y entonces a leer, gestos pícaros, qué madrugada extraña, esto está bien, esta parte es un horror, y la conciencia, fatal enemiga de los insomnes sueltos y crédulos: “tu no eres el genio que creíste ser mientras dormías, mientras escribías”. Y después, un día de mi vida con todo lo inédito y con todo lo repetido, a veces despierta, siempre escribiente.

Tuesday, February 08, 2011

No es concreto el deseo o la misión de conmover, pero quiero trascender y me ha llegado como un bien o un mal, la necesidad de concreciones. Transcurro, y en ese delicado viaje, exploro, curioseo, me divierto o no. Solo yo sé por dónde ando, y ni siquiera tanto. Cuando me pierdo siempre es la mejor parte. Volver al eje ordena, pero es más de lo mismo. Y así como hoy llueve y no llueve, y el sol lastima pero no sale, la vida pone un piecito adelante del otro y se rompe toda en su afán de explicar que todo eso que deseamos es posible siempre y cuando trabajemos durísimo para conseguirlo.

(La cultura del trabajo silencioso, de la tenacidad, de la elección entrañable que intenta omitir las dudas como si fueran moscas. Todo eso es lo que nos llevará hasta los puertos ansiados).

Ojo que quizás me muera sin que nadie haya leído mis obras enteras, o completas, pero no es grave porque también nos moriremos sin conocer a nuestros propios vecinos o incluso, a nuestros hermanos de sangre.

¿Qué debo hacer si la nostalgia del hoy supera mis búsquedas y se divierte escondiéndolas y tachándoles justo esas partes que tanto me gustaron?

Cierro los ojos, disfruto del viento, veo las flores que se zarandean y me río de las obviedades, así como sufro la carencia de palabras, de esa palabra que no llega - ¿la desconocemos o simplemente no quiere llegar y consolarnos haciendo de su caída sobre nuestro texto un abrazo eterno? –

Demasiados interrogantes y muy poco dinero para un solo martes…