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Friday, October 31, 2008


Mi familia anda naufragando en incertidumbre. Queremos mudarnos y por eso nuestra casa está en venta. Pero aún están las cajas cerradas de la mudanza anterior, y todas esas cosas pendientes de ésta especie de nueva casa que no es tal y que arreglaríamos en el caso de quedarnos pero como no sabemos qué va a pasar no arreglamos y entonces que los pisos de los cuartos, que los libros apilados en el cuartucho del fondo, que los objetos que no sabemos dónde quedaron, y encima, y detrás, y por encima, el duelo de la venta de la casa grande, histórica y familiar, y las incomodidades de ésta con sus otros temas también familiares pero, de alguna manera, más pintorescos, o menos malos, y el no saber si somos o seremos elenco estable o, al igual que en la vida, estamos de paso… Y en medio – siguen las enumeraciones, y ésto recién empieza – viene “gente a ver la casa” porque claro, repito, está en venta. Entonces tenés que tener todo impecable – ya estoy decorando las cajas con “carpetitas” que supe criticarle a mi madre en tantas oportunidades tildándolas, sin remordimiento alguno, de “patéticas”. También tenés que lavar lo que está en la pileta, no dejar pendulando la bombacha agujereada que por cierto es la que mejor me queda por éstos días; como tampoco conviene estar hirviendo brócoli, o durmiéndote una siesta a pata ancha al lado de tu hijita que mira pasar la gente rascándose “la pocha” y haciendo sonrisas de incomprensión… Y la gente… Ay la bendita gente que se supone tenés que tratar bien, casi venerar, que entra en tu vida y en tu intimidad abriéndote los placares, sacando fotos, y usándote el baño (“bendito Lisoform”, suspiro sabiéndome más amadecasa que nunca…) Y por otro lado quisiera decirles algo así como “soy buena persona y ésta casa es la casa de tu vida y en ningún lado en el mundo vas a ser tan feliz como acá así que comprámela rápido que tengo necesidad de mudarme a otra más grande que me gusta más, en otro barrio, lejos de las historias familiares, donde quiero empezar una nueva vida, o algo parecido, con mi hermosa familia de ya cuatro integrantes, y de paso te cuento que retomé terapia y me aconsejaron que sería bueno hacer todo ésto antes de parir a otra nena de la que voy a ser nada menos que la mamá…”. Pero a la vez tenés una sensación extraña que te hace sentir aprehensión por todo y por todos, y no querés que nadie mire lo que colgás en el tender, como tampoco que se metan y pisoteen el cuarto de tu hija, porque si bien querés vender la casa todavía es tuya, y es la única casa que tenés, y es el lugar donde cenás todos los días con tu familia, y es donde se duermen tus sueños, donde juegan tus recuerdos, donde se distraen tus dudas, donde la incertidumbre es tan constante como el orden, y la limpieza, y el gataflorismo que anoche tuvo acidéz y ésta tarde, ganas de llorar y reír alternadamente, frente al espejo, en la más absoluta intimidad hoy tan imposible como las certezas.

Friday, October 24, 2008

http://www.filba.org.ar/contenido.html

Thursday, October 23, 2008

las estrategias de la vida cotidiana se vuelven confusas, algo crueles o engañosas en éstas noches con sol que alguien caprichosamente nos ha impuesto. es bueno o es malo?, la pregunta de siempre supongo. o despertar a Violeta para que se duerma temprano ésta noche o dejarme llevar por las teclas que me reclaman como hijas también. qué raro es todo, vivir acá, sentirme observada, impropia, y a la vez enamorada y con la casa limpísima oliendo a jazmines... nadie me va a entender, sólo yo sé lo que paso y vivo y siento, quién más?, nadie más... y mientras tanto una nena muy chiquitita que todavía no está preparada para éste mundo se mueve avisándome cosas que pretendo entender, que a veces entiendo, y que son mi (nuestro, shhh) secreto. ahí sí que nadie se mete, ni espía, ni nada. esto es nuestro, le digo, y la otra que se cree que le hablo a ella se ríe diciéndome "mamita, mamita". y lecturas, y el teléfono, y ya tá...

Tuesday, October 14, 2008

éste cuerpo enorme


Me miro sin comprender éste cuerpo enorme, lejano a esas polleras que tan bien supieron lucirse en mí. Mi envase de hoy es una suerte de pariente de algún pantalón que no me cierra ni en pedo. “El milagro es en mí”, susurro en tono de mantra absurdo, y pienso en la belleza diferente, y en lo mágico, y me envuelvo en ese halo romántico que nos da el segundo corazón que nos late adentro. La exclusividad, el pensar que a “ellos” no les pasa y a nosotras sí, lero lero, pero también la rareza por ser la bola que cada vez se hace más redonda como si avanzáramos en la nieve, y el deseo que también cambia, que a veces se pianta o que la manda a dormir a esa otra que hace ya tres años está afuera del cuerpo anteriormente mencionado, y es libre. Orgullosa madre inmensa que ruega por los otros pecadores, ahora y en la hora del nacimiento, amén. Che, y mi vieja que no está. Cada vez que me aparece, últimamente, me sube un espeso reproche convertido en arcada. Es como que no le perdono que se haya ido, que no esté, que no me ayude con la comida o el jardín de infantes, que me haga escribir siempre sobre ella y su ausencia, su ausencia y ella. Debo aburrir a todos con éste discurso melancólico pero les juro que a veces se me va de las manos, del alma se me va... Y entonces a poner el foco en la hija, su vida social, la vida familiar, el marido que huele divinamente por las mañanas, la falta de espacio, la vital necesidad de agenda/orden/cronograma, las enumeraciones, uno, dos, tres, y ayer que por fin nos compramos celulares que andan y sacan fotos y te dicen la hora de Argentina y no la de Pakistán. Crecemos de alguna manera cuando adquirimos esas cosas que nos colocan en un lugar un poco más acorde al de aquellos que nos rodean. Y pese a todo, a esa sensación y a la pertenencia a otros grupos sociales, y a la hija, y a la panza, y al sueño, y a la familia política, y al desgarro insuperable de la orfandad, de a chispas nos parece que nunca fuimos tan pero tan pero tan felices. Y entonces corro, agarro un libro e invento un ejercicio para los alumnos que todavía están en mi mente, que no olvidé, y entonces sin querer me toco una teta y no puedo cerrar los ojos de lo impresionados que están, ¿cuántos van a alimentarse de mí?. Por suerte será una sola, me consuelo, una muy linda, que no me va a dejar leer por no quitarle la vista de encima, de sus ojitos, de su pelito, de la maravilla, del amor que va a reventar a la ausencia de mamá. Es mentira, pero qué buena es a veces la mentira... Ángela se llama mi nueva hija que viene a ser la hermana de esa otra que me hace saltar del amor a la falta de paciencia en un segundo. Ayer, entre las pelotas de colores, y el sábado, perdida en medio de sus amigos, qué feliz me hizo, qué feliz es, cuánto amor me da. Hoy he comido sin parar, la ansiedad del milagro, y después el mate que me calma, una especie de saciedad que no es culposa porque lo tomo sin azúcar y sin intención de generarme pensamientos concretos y mucho menos coherentes, inteligentes o legibles. Qué fea es la palabra “legible”, hoy me suena peor que nunca.

Thursday, October 09, 2008

tanto...


tanto tanto que no escribo. pero ahora tampoco tengo ganas. tengo ganas de decir algunas cosas pero sin presiones/ preciones/ preziones ni siquiera ortográficas. al que le gusta bien y al que no que le llueva garito, o que la garúe liviano, o que le caiga tormenta impiadosa sobre la mente extraviada. en éste tiempo crecimos. hablo de nosotras. el 7 cumplió romi los treinta. carli con una hija. leti con un hijo. yo con una panza y una nena peinadora. mis amigas las tías. los temas son las casas, los novios, las parejas y/o maridos, los suegros y... los hijos!. crecimos. algunas marcas nos rodean los ojos. de fondo, ahora, mientras escribo, es micky mouse el que habla sin parar, cuando no, es Violeta, la única con mayúscula en toda ésta historia. y Ángela. Y Dieguito. mis prioridades afectivas. y YO, YOYOYO. la que lleva limpia ordena la cocina, el baño, las medias apestosas, el mando de los mimos, las rascadas de espaldas, las idas y vueltas de cumples y jardines de infantes, clases, libros de costosa lectura. YO: la voz sonante de los proyectos a futuro, el bolsillo del dinero que se licúa al paso del crecimiento familiar. la vorágine de esperanzas y deseos de prosperidad, casa nueva, mayor intimidad. me repito que el casado casa quiere y me da risa. siempre me río de los dichos, y me rio de janeiro, claro está. algunos nos casamos y tenemos hijos que bautizamos gracias a Dios, también mayusculado, idolatrado, perseguido, implorado, nuestro pese a todo, pese al tiempo, pese a la gratitud. y seguimos creciendo como si no nos diéramos cuenta. nos volvemos a reír, nos reencontramos con viejas amigas que también progresan en trabajos y profesiones. a mí me crece la panza y por mucho tiempo no me iré a recorrer europa. todo tiene su yin, a veces no encuentro mi yan, y a veces lo escondo con éstas manos perezozas/osas/mozas. crecemos, necesitamos de las siestas y pedimos excursiones a parrillas de la zona para sentirnos de carne y hueso, carnívoros a morir, a matar o morir, a crecer, a dar y recibir, a crecer, a jugar a las barbys otra vez, ota vez, ota vez y una más y no jodemos más, sí jodemos, pero con otras cosas, con otro humor, otros chistes, crecemos en sensibilidad también, nos enfermamos de angustia y resusitamos (susi/ceci/suchi) dos minutos después. hay que vivir la vida lo mejor que se pueda. obviedades al margen. panzas e hijos en cumpleaños maduros y resusitantes. amor y amistad. siempre las mismas raíces a base de vainilla, cacao y jugo de limón. de tía limón. de ustedes, mis amigas, y de nosotras, mis mujeres que soy YO. YOYOYO.
amor siempre. inamovible. feroz.

Monday, July 07, 2008

Yo soy de las cosas chiquitas: una cajita, los aros de perlas de fantasía, más cajitas – con piedras, con tejidos, con incrustaciones -. Guardo con dolor en mi memoria los objetos que perdí, y eso a ella le gusta, lo disfruta con cinismo. Por eso, cuando le hago un comentario como “te acordás de ese lapicito que una vez…” ella enseguida se ríe -siempre con cierta agitación y recordándome, quizás sin intención, a mi madre-. Supongo que en parte se debe a que a ella las cosas chiquitas le cuestan, se le escapan y sobre todo, se le pierden o se le chorrean entre las manos como aquel rosario de plata, espeso y triste. También dedales, agujitas, prendedores; y eso que casi todo pertenecía a nuestra abuela y sin embargo ella no lo supo cuidar ni siquiera en nombre del pasado, de la herencia, de lo mucho que importa el atrás en las vidas cortas que nos dan para, con suerte, exprimir. Entonces es claro: el remedio de la risa siempre es efectivo para aquel que no quiere detenerse a llorar, pero el llanto es tenaz como ninguna otra expresión, y en algún momento de la vida aparece. Yo no quiero estar el día que ella llore. El día que piense que no tiene amigos, que la gente se le acerca por el dinero que igualmente no sabe cuidar, que en realidad está vacía, rodeada de cosas chiquitas, carentes de sentido real, salvo por mí, su única compañía. No, no quiero estar ahí, aunque me intriga de sobremanera lo que pueda ocurrir. Siempre fantaseo con que las lágrimas de tan densas lleguen a cristalizarse y entonces yo pueda hacer con ellas pequeñísimos colgantes que no alcancen a cubrir éste cogote envidioso (el de ella es largo, estilizado, de niña bien). Colgantes sin sentido, como casi todo lo que poseo. ¿Es que acaso ella y yo padecemos el mismo mal?. No quiero una respuesta, y tampoco quiero sus lágrimas ni su risa ni ninguna de sus pequeñas cosas, ni siquiera deseo volver a estudiar su dentadura con discreta curiosidad. Tiene los dientes locos, uno para cada lado, pero igual es feliz y nunca llora como yo. Creo que hoy la odio.

Saturday, May 17, 2008

Gasti tiene razón: hace un montón que no publico nada.

Volveré. Juro que volveré.

Wednesday, March 26, 2008

Diario. Vacaciones en Villa Gesell, mes de marzo, año 2008

Ayer. Una máxima de playa: el musculoso camina acompañado de mujer de panza chata.

Hoy: bosque. La imagen familiar de esos cuatro me hizo sentir reconfortada. Matrimonio con dos chicos. La nena de pelo muy largo. Yo: tenía que hacer un placentero esfuerzo para recibir las gotitas de agua, livianas, sobre la cara. Cara al cielo, cuerpo en reposo, olor a eucalipto y ambiente de diversión, familia y esperanza. De todos modos me cuesta alejarme de los fantasmas. De los fantasmas vivos.

Más hoy. Martes. Recién me acuerdo de la fecha. 9 años… Te pregunto frente al mar si ya no fueron suficientes pruebas. Los hermanos, la no abuela, las piernas… ¿Cómo hago para ser menos permeable?. Nubes imposibles de blancas y grandes. Partes del cielo muy celeste. Esa casita naranja. Tan poquita gente. Piernas. Dientes. La nena más linda del mundo. Él que es grande y bueno y siempre quiere ahorrar. La nena lo disfruta fuera del tiempo real; andá a saber qué piensa, tal vez crea estar soñando… Y vos que no la conocés, que nunca le besaste la espalda ni le estiraste un rulito rubio. Qué zonza que te fuiste tan temprano… Un poco de humor entre lágrimas no le viene mal a nadie…

Violeta y Diego: se metieron al mar. Ahí vienen. Todavía no sé qué sintieron al estar juntos en un lugar así, tan inmenso. Viole tiene una amiga que es de su mismo tamaño y grita igual de alto.
Yo: afligida de repente por la mancha de la mujer. La mujer por siempre de herida abierta, de dolor cada tantos días. Adiós de momento al deseo de un nuevo hijo. Resignación por tiempo de imposible determinación.

¿Cuánto?
¿Cuándo?
¿Por qué ahora no?

Indudablemente éste no es tiempo de recompensas por algunos lados de mi planeta.


Días enteros de playa. Poca pero concentrada contemplación. Invasiones externas Telefónicas e incomprensibles. Pero lo nuestro, lo íntimo, lo propio, lo verdadero, quizás mejor que nunca. Diego me dijo que quiere tener otro hijo conmigo y desde entonces no puedo más que amarlo y amarlo y amarlo.

Hoy juntamos caracolitos con Violeta. Es una máquina de disfrutar: amigas por aquí y por allá y juegos con todo lo que tiene a la mano. La magnitud de la buena infancia que vive es proporcional al mar.

Sábado. Después de un helado frente al mar, antecedido por una siesta sin culpa, y anticipado por una zambullida perfecta en temperatura y oleaje, siento que las vacaciones son un período de amor más que de descanso. Una isla que se aleja de todas las rutinas. Un páramo que se planta entre la belleza natural y las ganas de compartir, de no pelear, de disfrutar.

Día de la mujer. La gente me llama demostrándome amor. Entonces, pienso con olor a sol en la piel, que algunas cosas debo hacerlas bien.

Violeta también es muy sociable, y hermosa, y bailarina, y feliz. Ahora duerme en brazos de su papá quien oficia de tal quizás como nunca antes. Los amo a los dos y le agradezco a Dios sus señales y sus regalos haciendo un dibujo que quizás nadie vea nunca.

Wednesday, February 20, 2008

¿Cuándo en verdad es prudente agradecerte, espejo mío?

¿Cuándo me mostrás mis dientes lavados a mano y adornados con argollas que cuelgan de mis lóbulos sin besos; o cuando parada de frente toda derechita me dejás ver mi espalda entera, presa de la magia de lo imposible y lo aparente?.

Traduzco tu silencio en piedad y canto agradecida.
Hay un momento de la vida en el que resulta maravilloso pensar que las bases de nuestra personalidad – y por qué no de nuestra dicha – se han forjado en la niñez. Porque siendo así le decimos que sí a los defectos, nos burlamos de tantas virtudes, y nos escondemos de algunos monstruitos disfrazados de papá Noel sin que nada nos parezca más importante que un caramelo. El problema, como siempre, aparece después, cuando somos los conductores de la niñez de otra persona que para colmo se hace poseedora de casi todo nuestro amor. Ahí quisiéramos que la niñez sólo fuera un transcurso de inocencia y juego, todo impermeable, como el piloto del Sapo Pepe que llegó a sus manos en la última navidad.

Friday, February 15, 2008

Me plancho el pelo intentando algo. Me meto el índice bien adentro de la nariz jugando a rascarme la cabeza desde adentro. Frustración. Gestos veloces. Actos mínimos. Y la tristeza que pelea con mi tiempo. Juegan al dominó y después a la rayuela para después matarse, tirarse de los pelos y hacerse crujir los dedos. El ruido es horrible, seco, violento, y sólo yo puedo escucharlo.

Mis piernas también pelean contra algo, creo que nos les gusta pertenecerme. El mate es quizás lo que mejor me hace después del amor tan escurridizo.

Últimamente soy yo la que da, la que debe entregarse al otro sin cuestionar. Me convierto en respaldo y abro y cierro los ojos cada vez más agotados. Exijo sin gritar una paz que nunca llega. “Esto es ser adulto”, pienso a diario, pero el consuelo tampoco es lo mío. Y así es como algunos días me duermo pensando que soy en los otros y que por eso, muchas veces, los otros no me ven.

Y uno nunca es lo suficientemente víctima como para quejarse. Uno nunca es tanto ni tan poco. Uno es algo, un ser, un uno, individual, conflictivo, confuso, verdadero. No queremos adjudicarle al mundo el poder de convertirnos en “alguien” pero lo hacemos olvidando que antes de dejar nuestro mejor parte en manos desconocidas ya éramos todo lo que podíamos ser:

El debate entre la herencia cultural y las costumbres elegidas.
La búsqueda de una fe única que termina pareciéndose a todas.
La capacidad de sorpresa ante el milagro de la vida.
El dolor como punto de partida hacia el cambio genuino.
La aprehensión a lo violento.
El gusto por lo genuino.
La dificultad para mimetizarnos con el arte.


Me ahorco con los lazos familiares porque no puedo lucirlos en un peinado. Vuelvo al pelo, a la cara, a los ojos que son los que más cambian. Y ahora soy yo la que juega al elástico en el patio inmenso del colegio. Visto de azul y ya tengo bien marcadas mis ojeras. Es invierno y sé que mi mamá va a venir a buscarme metida dentro de su saco de piel largo hasta los tobillos. Sólo ella en todo el mundo puede llevarlo tan bien un martes al mediodía. Caminamos las cinco cuadras y nos llenamos la nariz -como recompensa al entrar a La Casa- de un inmejorable aroma a hamburguesas caseras y salsa blanca con choclo. Vemos la tele, charlamos, y me siento a jugar donde siempre. Sí, soy yo, me veo, lo sé, me reconozco, ahí estoy. Tengo ganas de advertirme que no crezca, que me quede ahí, petrificada, con una barby en una mano y el lapicito en la otra, pero no me lo digo. No me digo nada. Me observo en silencio recordándolos a ellos, a ellos dos, a la nena esa de ojos caprichosos y a él con sus silencios y distancias. Ellos dos no son lo único que vale la pena pero sí son el mayor exponente de mis razones que mi corazón, desde ya, jamás entenderá.

Friday, January 25, 2008

¿Por qué un día me parece lo más posible y natural modificar gran parte del funcionamiento del mundo con el sonido de mi perfume, por supuesto mis hermosísimos ojos, y la voz que así impostada me sale tan sublime mientras se expande sobrevolando esos pastos verdes y amarillos, y enseguidita después inmediatamente me vienen esos mareos que me hacen callar y en el más triste de los silencios pedir o más bien rogar una caricia sabiendo con el alma que nada de lo mío es lo suficientemente necesario para el mundo?.

¿Por qué?.

Y entonces me entero que alguien ganó un premio de mi interés y me digo, sin esconder desconsuelos varios, que pronto me tocará a mí, pero después me siento a leer cualquier autor que sabe más que yo y me pongo a llorar, inundada de envidia, sintiendo que no conozco ni la mitad de las palabras que me harían feliz. De todos modos, como soy porfiada y obstinada y testaruda y muy hermosa, me acomodo sobre los papeles blancos y dejo salir unas palabras no queriendo pensar en que siempre digo lo mismo: nada. Una nada densa que cuando estoy de buen humor tiene el poder de deshilacharme, y cuando estoy dada vuelta, se abusa de un truco –para ella- formidable: el de convertirme en estatua. Cuando logra alcanzar ese objetivo debo admitir que siempre elijo ser un varón, en parte porque me gusta esa libertad que poseen de llevar pelos en las piernas y en los pechos más amplios, y también porque siendo una estatua masculina cargo un lindísimo miembro siempre pequeño y eternamente duro que me hace conectar con ese costado viril que me vuelve loca.

Monday, January 21, 2008

Un rincón de mí que a veces es siniestro se agiganta durante los insomnios.
Se lo debo al miedo en parte, pero sólo en parte.
Reculo, voy hacia atrás, y saco humo por mi boca.
Humo de culpa y cargo. Por mi culpa por mi culpa por mi gran culpa. Y ese Dios que se supone siempre me perdona.

Veloces son los pensamientos, siempre más que las palabras.
La lucha entre ellos es sanguínea, y real, más real que ésta noche igual a tantas otras.
Hay días y noches que se repiten, que reviven para hacer algo que siempre queda pendiente. Esos nunca y los mil siempre. No hay escapatoria.

La parte idiota de lo que soy. La parte que piensa y la parte que dice.
Las partes que se dividen en sus partes. No al juego de palabras. No a la discriminación. No a los ojos cerrados y a la llave que se pierde y a las mentiras piadosas. No y no. Ya estamos grandes para hacer algunos trucos. Te saco la nariz, me corto el dedo. Ya no porque todavía no llueve y el silencio. Nubes oscuras que asustan niños. Cuánto y cuál viene a ser el silencio que no hace ruido, dónde está, por qué me huye...

Un auto pasa, sé que es un taxi, su sonido me lleva a los deseos. Deseos de escribir, de hacer, de inventar lo que haga falta. Me rasco más que otras veces el ojo izquierdo rodeado de morado. La piel es de otra mujer, de otra más alta y segura. El ojo es mío.