¿Cuándo en verdad es prudente agradecerte, espejo mío?
¿Cuándo me mostrás mis dientes lavados a mano y adornados con argollas que cuelgan de mis lóbulos sin besos; o cuando parada de frente toda derechita me dejás ver mi espalda entera, presa de la magia de lo imposible y lo aparente?.
Traduzco tu silencio en piedad y canto agradecida.
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