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Thursday, August 19, 2010


Quiero ser tu amigo, y darte un abrazo de esos que algunos locos llaman “sinceros”, y quiero quererte mucho, o ir queriéndote de a poco, o las dos cosas. Quiero que me visites seguido y que no me sienta en la obligación de que todo esté impecable. Tengo cierta conducta obsesiva con el orden y la limpieza, así que una vista gorda de tu parte dirigida a los rincones más ambicionados por el polvo, me sería más que útil. Quiero prestarte libros que me gustaron, y los discos que no sé “bajar” ni “copiar”, pero por vos voy a hacer el esfuerzo de aprender eso, de meterme en el mundo de la tecnología. Otra cosa que te prometo es la de aprenderme todos los nuevos caminos que hagan falta, aunque tenga que agarrar Panamericana para llegar a destino. Algunas veces quiero poder darte besos pero no muchos, porque ya somos grandes y hay tantos pudores que… Besos al paso, en la mejilla, o no, dejá, eso no, mejor volvamos a los abrazos pero ésta vez usemos la palabra “sentidos”, ¿te parece?. Es linda: “abrazos sentidos”, sí, sin dudas suena bien.

Quiero ser tu amiga y cantarte y que vos pongas cara de “qué bien que cantás, carajo” y que nos riamos por eso y por el vino y por lo que pinte en ese momento que como tal, será único y feliz, como casi todos los instantes que se pasan con amigos. Y con vino. Quiero que vivamos muchas cosas juntas, juntos, cosas que después contemos con datos cambiados, un poco por el tema del olvido, la presbicia y la memoria, y los siempre interesantes juegos de palabras, claro, y otro poco por hacer valer esos detalles que sólo nosotros vamos a conocer. Abrazos fuertes o mejor, feroces; sí, abrazos feroces y después a rugir:¡Ruarrr!. Quiero que si no fuimos amigos en la infancia lo aprovechemos y nos relatemos anécdotas en las que intervengan tantas personas que ya no vemos. Quiero que nos soportemos, y que a veces hasta seamos casi totalmente tolerantes el uno con el otro. “Abrazos de medianoche”, es estúpido pero no suena mal…

Quiero ser tu amigo, quiero ser un poco tuyo, y que vos seas un poco mía, aún sabiendo lo de las prioridades y los hijos y toda esta milonga de realidad que nos abarca al punto de hacernos casi olvidar lo importante que es tener y hacerse amigos. Nuevos amigos, amigos a estrenar, amigos que no importa si se quedan, amigos del instante temporario y eterno al mismo tiempo. Amigos como vos, como yo. Amigos de los treinti-cuarenti. Porque digamos la verdad: va a llegar el día en que barramos la vereda a las ocho de la mañana, o tejamos bufandas, o tomemos tecitos de hierbas, o nos pintemos los labios, o tengamos nietos y por fin entendamos a nuestras suegras… Porque un día las cosas pasan, y todo lo que hoy nos ocupa y nos altera, mañana andá a saber qué nos produce, si es que todavía sigue formando parte de nosotros… Cambiaremos juntos, supongo, y seremos lo más felices que podamos en cada etapa… Yo quisiera tener una amiga como vos cuando tenga un par de años más, porque también me hubiera gustado tenerte cerca a los nueve, cuando me regalaron la bici y me hice mierda la rodilla porque se me ocurrió que la bajada de ese garage me iba a dar una bienvenida como la gente, como la que yo le daría a una nena de boca enorme y risa fácil si fuera un garage. Pero si hay algo que no soy es un garage, pero eso no quita que pueda ser una buena amiga, ojo, o un buen amigo, oreja… Además lo que pasó es parte de otra vida casi, de otro ámbito, de otro momento, y a mí lo que me importa es que hoy quiero que seas mi amigo, y te lo pido así, de ésta manera sencilla, sin usar palabras del tipo de “equidistante” o “irrestricto”. Porque con vos no quiero que haga falta hacerse la canchera y fanfarronear ni con el lenguaje ni con la pilcha, ¿me entendés?.

Quiero ser tu amigo pero es menester mencionar por lo menos dos enormes defectos que poseo: soy bastante rompe-huevos y demasiado altibajera, pero también quiero que sepas que transpiro en carne viva la virtud de la generosidad que en las noches de luna llena me convierte en una banana gigante, con dulce de leche en la puntita. No es que quiera usar ese dato para seducirte pero si te sentís atraído a mí, estate seguro de que voy a hacer todo lo posible para estar a la altura de las circunstancias.

Y por último: cocino muy bien, y escribo cosas grosas, cosas de escritora posta, y en un futuro próximo me voy a hacer conocida por mi talento y eso te va a poner en ese lugar divino en el que uno se pone cuando dice “Claro que la conozco a Macarena Moraña, es una gran amiga mía”. Así que pensalo y después llamame o pasate a tomar unos mates por casa. Serán amargos porque en eso – sabelo – no te transo...

Abrazos de bolsillo, besos de rigor, y verdades de milanesas de nalga, a caballo, y con cerveza fría, en primavera o verano, y después la siesta paposa, tan efectiva como gloriosa.

Yo

P.D.: No, nada… Dejá…