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Monday, July 07, 2008

Yo soy de las cosas chiquitas: una cajita, los aros de perlas de fantasía, más cajitas – con piedras, con tejidos, con incrustaciones -. Guardo con dolor en mi memoria los objetos que perdí, y eso a ella le gusta, lo disfruta con cinismo. Por eso, cuando le hago un comentario como “te acordás de ese lapicito que una vez…” ella enseguida se ríe -siempre con cierta agitación y recordándome, quizás sin intención, a mi madre-. Supongo que en parte se debe a que a ella las cosas chiquitas le cuestan, se le escapan y sobre todo, se le pierden o se le chorrean entre las manos como aquel rosario de plata, espeso y triste. También dedales, agujitas, prendedores; y eso que casi todo pertenecía a nuestra abuela y sin embargo ella no lo supo cuidar ni siquiera en nombre del pasado, de la herencia, de lo mucho que importa el atrás en las vidas cortas que nos dan para, con suerte, exprimir. Entonces es claro: el remedio de la risa siempre es efectivo para aquel que no quiere detenerse a llorar, pero el llanto es tenaz como ninguna otra expresión, y en algún momento de la vida aparece. Yo no quiero estar el día que ella llore. El día que piense que no tiene amigos, que la gente se le acerca por el dinero que igualmente no sabe cuidar, que en realidad está vacía, rodeada de cosas chiquitas, carentes de sentido real, salvo por mí, su única compañía. No, no quiero estar ahí, aunque me intriga de sobremanera lo que pueda ocurrir. Siempre fantaseo con que las lágrimas de tan densas lleguen a cristalizarse y entonces yo pueda hacer con ellas pequeñísimos colgantes que no alcancen a cubrir éste cogote envidioso (el de ella es largo, estilizado, de niña bien). Colgantes sin sentido, como casi todo lo que poseo. ¿Es que acaso ella y yo padecemos el mismo mal?. No quiero una respuesta, y tampoco quiero sus lágrimas ni su risa ni ninguna de sus pequeñas cosas, ni siquiera deseo volver a estudiar su dentadura con discreta curiosidad. Tiene los dientes locos, uno para cada lado, pero igual es feliz y nunca llora como yo. Creo que hoy la odio.