http://es.wix.com/website-template/view/html/689?originUrl=http%3A%2F%2Fes.wix.com%2Fwebsite%2Ftemplates%2Fhtml%2Fall%2F6&bookName=create-master-current-241213&galleryDocIndex=3&category=all

Wednesday, November 17, 2010

Tres de la tarde. Vista al cielo celeste que lastima la vista y alegra otras muchas partes por lo abierto, por lo inmenso. Supongo que en algún momento habrá que podar aquel árbol que nace en la vereda y se asoma por detrás del techo. Crece, alto, verde. Hay misiones que aunque sé que no lo son, las creo imposibles. Treparse hasta allí sería una, hacer mucha fuerza otra, romper maderas, construir casas… Uff…

Durante mucho tiempo también creí difícil volver a confiar en Dios, o separarme de algunos novios y vínculos intensos, o terminar un cuento emocionada y satisfecha. Alguna vez también creí imposible dejar de ver a algunas personas tan queridas. Tanto de lo imposible es hoy mi presente. Tanto presente era ayer lo imposible. Casilleros más, realidades menos, la vida en constante mutación, y las palabras risueñas, inocentes, naturales.

Siempre me sentí capaz de criar hijos y libros, desde niña. No disfruto no ser la hija de nadie, ser y sentirme paria, una perdida solitaria y triste en un mundo demasiado desquiciado como para andar si carpa ni sombrero ni papás, pero hay cosas que nos tocan. No creo que seamos responsables de todo, creo en el destino, en el azar, en la virgen y en algunos muertos, pero en lo que más creo es en mí.

Alguna vez me gustó provocar al mundo con frases del tipo de “el suicidio es un acto de cobardía”. Creo que somos nosotros quienes nos vamos generando las limitaciones. No comprendo por qué hay cosas que no se hablan, o por qué no siempre podemos decir lo que pensamos si a veces, queriendo complacer, herimos y queriendo herir, halagamos. Creo que no somos los mismos jamás, que cada circunstancia y compañía nos modifica hasta el tono de voz y nos lleva a comportarnos de maneras que hasta hacía un segundo nos eran completamente ajenas, impensadas. Más de una vez me pregunté si es posible que las particularidades de nuestra personalidad tengan vida propia, generando que a veces nos convenga tenerlas y a veces sea lo peor que nos puede pasar.

La comparación/metáfora con el camaleón siempre es afortunada. Los animales han sido, son y serán bien generosos con su aporte a la comunicación del hombre. Hoy me siento… ¿leona?. No, sapo.

1 comment:

Pau said...

croac croac croc croc !!!!