El domingo, a ésta hora –y a ninguna otra- se hace chiquitito, se esconde, y se convierte en secreto. Uno triste, pase lo que pase, aunque las risas y la infancia. Igual triste.
Domingo a rastras, secándose, tibio, sin pasos, como el agua de un lago en verano, bajo el sol.
El principio de ese secreto es ésta melancolía.
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