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Sunday, May 01, 2011
Domingo otoñal en el que es evidente que las hojas amarillas se burlan de mi negación a barrer la vereda que, orgullosa digo, sigue intacta. Jamás barreré la vereda ni plancharé. Son mis pequeñas y miserables banderas domésticas que equilibran la desdicha de no haber nacido princesa.
Hoy es primero de mayo, día del trabajador. Hace frío y Diego revuelve un puchero que huele exquisitamente. Violeta lee una historieta de Ásterix, y Ángela se jacta de usar “pompacha” y/o “bobacha”, y por tanto, ser “genia”. Todo parece estar decantado, en paz. Los días turbulentos de los que venimos dejaron sus consecuencias, sus señales: dolores, achaques, tanto pero tanto cansancio y por qué no, dolor… Pero confío en que ya está, que al menos hoy voy a llegar arriba, a mi estudio – ¡con estufa encendida! -, me voy a sentar a escribir y que nada malo va a suceder. Que incluso voy a poder darle forma a mis ideas, preparar las clases y sentirme linda. Todo por el mismo precio, en el mismo silencio, durante este primero de mayo.
Desde ya que el hecho de que las condiciones se hayan dado con esta majestuosidad no borra la sensación maldita de sentirme el burro que persigue la zanahoria que siempre está algo más arriba de mi hocico – precioso por cierto – pero ayuda. Un clima conmovedor, un olor inmenso, abarcador, la buena salud, son el más contenedor y alentador escenario. Miro hacia fuera confiando en que el viento otoñal va a empujarme en nombre de mis deseos.
Lo bueno es que todos están avisados, así que si ven por ahí a un burro con ojos melancólicos de color indefinido, poseedor de unos dientes enormes y separados, que se deja llevar cual hoja por las calles de una Buenos Aires que ya no tolera, por favor cédanle el paso, sóplenlo, díganle una palabra de aliento y por nada del mundo, por muy tentados que vivamos a lo indebido, le pongan el pie ni agreguen bultos a su carga ni intenten detenerlo. Está yendo a un lugar en el que cree va a estar mejor, un sitio en el que la consagración interna, privada, secreta, lo convertirán en un mejor burro, en uno más sabio y completo, en un burro con coronita.
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