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Wednesday, May 23, 2012
Robo palabras porque no estoy en un bosque ni tengo el poder de convertirlas en margaritas. ¿Quién me quiere?
Es atractivo el espíritu invisible de los viajes que no hacemos.
El hilo de nuestra trama molesta hacia la media tarde como una tela de araña que se cruza en el camino.
Tenemos que disfrazar lo irreal, ficcionarnos a diario.
No siempre jugar es divertido.
El miedo condiciona mis rencores, a veces se les caga de la risa.
- Digo caga y pienso en la otra noche en la quería escribir un cuento a partir de una expresión vulgar y vos me dijiste Eso es cosa de mujeres. Me hiciste reír.-
En el bosque al que no fui, debajo de mis pies, estaba esta poesía, a la que tan grande le queda el nombre, pero qué me importa, si mientras más nos empeñamos en ser justos menos cosas nos divierten.
Saltar y bailar es lo que necesito, moverme sobre una madera alta, sentir que estoy buenísima. Los pasos son inciertos entre las compras, el zapallito de oferta, los dolores de crecimiento y la rutina de la leche. Tropezar es lo más común.
Y entre vos y yo la batalla se rige desde el “a ver quién tiene más sueño”. Tan infantiles somos. Entonces me voy eyectada, para volver a las letras, a mis libros que un poco son mis virtudes también.
Veladas de risas y reproches, mañanas anochecidas, despertarse, mantenerse, rumiar.
Me río de la jornada completa, de la huida que no llega y desde lejos quiere avisar que está sumergida en quien sabe qué mar, esperando que nos decidamos a burlarnos de todo, empezando por ella.
Escondo bajo la almohada estrellas que son nenas con olor a recién bañadas.
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